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La tormenta perfecta: Mateo 8:23-27

  • Foto del escritor: Dan Monsalvez A.
    Dan Monsalvez A.
  • 30 dic 2019
  • 2 Min. de lectura

La barca estaba a punto de hundirse, la tormenta era tan intensa como para asustar a hombres totalmente preparados en el mar, solo uno está tranquilo, solo uno no se alteró, solo uno tenía la paz suficiente como para dormir en medio de esa tormenta, y ese único hombre ni siquiera era pescador


Tan grande era esta tormenta que estos preparados hombres, en su desesperación, acuden a uno que no tenía idea del mar (o eso parecía) no tenía el oficio ni los años de experiencia, pero por alguna razón se convirtió en su única opción, así que lo despertaron y le dijeron “Jesus haz algo que perecemos”


Jesus se levanta, da un gran bostezo mientras estira sus brazos para relajarse, sacude sus ojos que venían recién abriéndose de un buen sueño, mira a su alrededor, mira a estos hombres preparados y les dice “¿Por qué tienen miedo?”, y para mientras aun terminaba de despertar led ice “hombres de poca fe”


Entonces Jesus se para de frente a la tormenta y la manda a callar, si, haz leído bien, MANDA A CALLAR A UNA TORMENTA, y lo mas increíble es que la tormenta le hace caso, entonces estos hombres que, no solo eran preparados en el mar si no que eran los mismos discípulos de Jesus, quienes ya había pasado con Él un buen tiempo, asustados se preguntan entre ellos “¿Quién es este que hasta el viento le obedece?”


Moraleja: la tormenta en la que estas puede ser tan fuerte, hacer tanto ruido, que nos confunde, que nos asusta y hasta se nos olvida que en nuestra barca va durmiendo uno que no teme, uno que basta con que despierte para decirle a la tormenta “calla, que estas asustando a mi hijo” ¿les falto fe para ellos mismos detener la tormenta? No, les falto fe para entender quién era el que iba en la barca con ellos, ¿la prueba?, lo que dicen después “¿Quién es este…?


Pero el consejo que les da Jesus, aun en medio de la tormenta es “no teman”. Aferrémonos a Él para no temer, aun en medio de la tormenta, aun cuando la tormenta recién comienza, aun cuando pareciese que esta tormenta nunca va a parar, es la tormenta perfecta para que el maestro nos enseñe y nos diga “no temas, ten fe, yo calmo esta tormenta”

 
 
 

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